Somos Izquierda, somos Patria
El concepto de Patria fue usado y manipulado por la burguesía en el siglo XIX. Invocando a la Patria, se llevó a los pueblos a enfrentamientos fratricidas, en beneficio de las grandes empresas.
Cuando la fase imperialista del Capitalismo convirtió en territorios oprimidos y saqueados a todos los lugares del Planeta, la noción de Patria volvió a ser patrimonio de la resistencia de los pueblos.
En nuestro país, oprimido por las redes del capital financiero, saqueado por las trasnacionales, la UP encarna el rescate de la Patria y su inserción en la Patria Grande continental. La UP es nuestra trinchera popular a escala país; una más entre las trincheras de los pueblos del mundo que se reconocen en el dolor, en la resistencia común y en la solidaridad, construyendo la patria universal que será el hogar de toda la Humanidad.
Pero tenemos el desafío de la credibilidad, ante un pueblo profundamente desengañado. La extrema derecha ha manipulado la palabra Patria, y los malos gobiernos han desprestigiado la palabra “izquierda”.
La “izquierda” nació en Europa en el siglo XVIII; y fue la expresión del ala radical, popular, de la Revolución Francesa.
La “izquierda” llegó al Río de la Plata a comienzos del siglo XX, en la conciencia de emigrantes europeos muy humildes, corridos de su tierra natal por el hambre y las guerras. Estos inmigrantes pasaron del barco transatlántico a los conventillos. Consiguieron trabajo en el puerto, en los tranvías, en las curtiembres, en las imprentas, en la construcción. Y forjaron sindicatos y desde ellos impulsaron la cultura del pueblo: grupos de teatro obrero, bibliotecas, coros, grupos de ayuda mutua, centros de alfabetización popular.
Coexistiendo con familias afro descendientes y con trabajadores provenientes del interior, estos humildes luchadores sociales conocieron el artiguismo. Por esa fusión de culturas, memorias y anhelos libertarios, la izquierda rioplatense fue creciendo y entonces afloraron todos sus matices internos.
La izquierda, por consiguiente, tiene una de sus raíces en Europa. Lo mismo puede decirse del artiguismo como doctrina, y también del pensamiento y acción de nuestros mejores estadistas durante los gobiernos de los partidos fundacionales. Pero una corriente de pensamiento sobrevive si hace carne en el pueblo. La raíz artiguista de nuestra izquierda se fusionó con todo lo mejor que pasó antes y después en nuestro suelo y, acumulando experiencias, nos da la base programática para la izquierda del siglo XXI.
Mientras tanto vimos agonizar otras propuestas que en su momento tuvieron su lado positivo. El batllismo, renacido en los 40, declinó definitivamente como doctrina a mediados de los años 50, cuando una nueva crisis lo obligó a optar entre avanzar socializando o retroceder reprimiendo y optó por lo segundo. El Partido Nacional mostró su verdadero rostro de brutal liberalismo económico a partir de 1959, y aquella pureza de conducta de Leandro Gómez y Saravia ya no cupo en su seno. En los setenta llegó la hora de la izquierda, unida en el FA, pero esa hora fue postergada primero por la dictadura, y luego por el Pacto del Club Naval, donde la cúpula del FA ya mostró su nueva inconsistencia.
El pueblo oriental, cansado de “divisas ya desmerecidas” que “hicieron promesas que nunca cumplieron” dio al FA un resonante triunfo electoral a comienzos del siglo XXI. A pesar de que el FA abandonó su programa de izquierda, pudo navegar por 12 años en una situación internacional favorable y con su asistencialismo, su clientelismo político, aparentó sensibilidad social. Ahora, una coyuntura internacional adversa muestra su verdadero rostro y el pueblo vuelve a decepcionarse. Lo malo es que el discurso oficialista de izquierda desprestigia, junto con el FA, a la propia palabra “izquierda”. Y la extrema derecha, nostálgica de terrorismo de Estado, se apropia demagógicamente del concepto de Patria, y hasta del artiguismo, del cual es la antítesis.
Por eso nuestra UP, heredera política de lo mejor de nuestras tradiciones de Patria y de izquierda, tiene ante sí un difícil pero imprescindible camino. Nuestra brújula es nuestro Programa y nuestro camino pasa por la implacable dignidad de las manos limpias y tendidas. Por el tramo que ya anduvimos, por el curso en el que seguimos, ya queda claro que somos izquierda y somos Patria.
(*) Maestro e historiador, candidato a la Presidencia de la República por Unidad Popular.